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Esta es la Voluntad Presente de Dios:"Unifiquense todas las iglesias en una sola y única" |
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SEGUNDA PARTE
LA DOCTRINA DE LA EXCOMUNICACIÓN JESUCRISTIANA
Dice el Evangelio del Espíritu Santo que a la edad de
12 años Jesús se presentó en el Templo con la sana intención de descubrirse y
ser investido como rey acorde a su herencia Davídica. Sigue el Espíritu Santo
escribiendo posteriormente sobre la Necesidad de la Muerte de
Cristo, ya profetizada por Dios desde los días de ese mismo rey David cuya Corona
fue a reclamar el Niño Jesús al Templo. La conclusión de ambos Capítulos nos
conduce a la Palabra que Dios le dirige a su Hijo desde su Libro, cuando
escribe: “No seas como caballo sin brida”, de donde se ve que antes que su Hijo
viniese del Cielo ese Padre ya había visto esta irrupción en el Templo de su
Hijo Jesús. Hasta ese punto conocía Dios a su Hijo. Y porque le conocía ÉL
podía predecir que Su irrupción en la Historia de nuestro Mundo se realizaría
bajo el signo de la Cólera contra el enemigo del Hombre. Jesús entraría en
nuestro mundo, acorde a lo Escrito, como Rey de reyes y Señor de señores, sobre
su Caballo de Guerra y dispuesto a lanzarse contra los ejércitos del Enemigo de
su Padre. No era ése el Plan de Salvación Universal que Dios concibió tras la Caída.
Pero más allá de este detalle el punto en el que
debemos fijarnos tratando el Capítulo del Niño en el Templo se refiere a su
Edad. El Niño tenía 12 años. Ya de por sí un fenómeno extraño, que los niños
abriesen la boca delante de los Ancianos, y más extraño aún que se le
permitiese hablar entre los Ancianos del Templo, el punto sobre el que debemos
centrar nuestra inteligencia es en esa Edad. Ciertamente a partir de los 14
años los hijos de Israel eran considerados adultos. Y como adultos se les permitía
hablar delante de los Adultos. Estamos hablando en caso de que a los 14 años,
la edad legal en la que el Israelita adquiría su mayoría de edad delante de su
pueblo, tuviese algo que decir. No se registró jamás caso semejante y
precisamente esta excepcionalidad fue la que le permitió hacer uso de la
Palabra al hijo de José y María.
De esta Libertad que Jesús hizo uso entendemos dos
cosas:
La primera que por su físico todos los Ancianos y
presentes dieron por descontado que ese Niño había cumplido los 14 años.
La Segunda: que se le permitiese seguir hablando nos
descubre el Hecho que el hijo de María y José fue a revelarles, que Él era el
Mesías, EL venía de Dios, su Padre, y conocía todas las cosas. Y acorde a su
Inteligencia hablándoles de las cosas del Cielo y de la Tierra los dejó a todos
boquiabiertos hasta el punto de permitirle un Tercer Día, en el que habiéndoles
demostrado que Él era el hijo de David de las Escrituras, debían tomar la
Decisión Final de investirle como el Heredero Legítimo del Reino de Israel.
Ya conté en La
Historia Divina de Jesucristo en qué manera aquél Fenómeno llamó la
atención del mismo Simeón que le tuvo en sus brazos apenas recién nacido, y
lleno del Espíritu Santo vino al Templo a decirle al Hijo de Dios que tal,
proclamarse rey de Israel acorde a las leyes de los hombres, no era la Voluntad
de Dios, su Padre. Era El, el Hijo de Dios, quien debía retirarse hasta que la
Plenitud de los tiempos llegase, pues la Necesidad de la Muerte del Cordero de
Dios era de Ley.
Quiero decir, durante la Gran Batalla que la Esposa
del Señor, de ese mismo Niño que fue discurseado por el Espíritu Santo en el
Templo, y ante el que se inclinó Jesús en Obediencia a Dios Padre, de cuyas
cosas fuera a ocuparse; los teólogos de los primeros siglos cayeron en la
herejía porque quisieron poner a Jesús en un sitio y a Cristo en otro:
olvidando que no hay dos personas, un Cristo por aquí y un Jesús por allá, y
mientras afirmaban que las Escrituras son la Fuente única del Pensamiento
Cristiano, se sacaron los ojos y donde se está escrito y se lee que Cristo es
el Nuevo Nombre de Jesús, y de aquí que hablemos de Jesucristo, y el Espíritu
Santo para reafirmar este Nombre Nuevo dado por Dios a su Hijo le llama Cristo
Jesús; contra la Escritura que levantaban contra la Esposa del Señor, y contra
el Espíritu Santo seguían viendo en el Mesías y Redentor dos personas, Cristo
por un lado y Jesús por el otro. Esta Razón Herética es la
que rescató el Diablo de la tumba en la que la enterrara la Iglesia
por Designio del Espíritu Santo, y acorde a esta fuente anticristiana
observamos en todas las tesis de los Apóstoles del Evangelio Maligno de la
Reforma Protestante que todos ellos hablaban siempre de Cristo, pero que de
Jesús se servían sólo de referencia, olvidando que Cristo es el Nombre Nuevo
que le dio Dios a su Hijo Jesús, de manera que de no haber habido Jesús no
hubiera podido nacer el Cristo.
Sabemos por la Doctrina de nuestra Santa Madre
Iglesia Católica que el Hijo y el Espíritu Santo se hicieron un único Ser. Porque antes de su Encarnación se
puso en Duda que el Espíritu Santo del Padre viviera en el Hijo. Más aún, toda
la Tama de la Caída, la Traición de Satán y sus aliados en el Homicidio de
Adán, hijo de Dios, tuvo en esta Duda su fuente. ¿Cuál sería la respuesta del
Hijo Amado de su Padre a la Prohibición y Pena de Muerte correspondiente contra
todo el que hiciese de la Guerra, Fruto del Árbol Prohibido, su pan
de cada día?
La Creación entera mantuvo durante los próximos
milenios su corazón en un puño, el aliento contraído hasta ahogársele el pulso,
a la espera de la respuesta del Hijo Amado de su Padre. La RESPUESTA de Jesús
la conocemos, y fue decir delante de Cielo y Tierra: “YO SOY JESUCRISTO, quien
me ve a mí ve al Padre”. De aquí que la Iglesia escribiese: El Espíritu Santo
es Dios. Ergo: El Hijo es Dios, el Padre es Dios; dos Personas, un
Único Dios Verdadero.
Borrando esta Unidad Perfecta entre el Padre y el
Hijo en el Espíritu Santo, en razón de lo cual todo lo que viene de Dios viene
del Hijo, Unidad cuya Inteligencia no fue entendida por la Iglesia de Bizancio,
que quiso en su orgullo para llegar a Dios quitar de en medio a su Hijo,
siguiendo cuya regla herética, que le costara a la Iglesia ortodoxa Bizantina
su Destrucción, el nuevo evangelio protestante, más sutil en su potencia
retórica repitió el mismo argumento pero separando a Jesús de Cristo, de tal
forma que el hombre tiene por Modelo a Cristo, el hombre, pero no a Jesús, el
Hijo de Dios, olvidando de esa manera maligna que no hay división en
el Hijo, pues ÉL es Jesucristo.
Es por esto que en sus Tesis se habla siempre de
Cristo, pero nunca o lo menos posible de Jesucristo. Esta razón herética la
hemos visto en las Tesis precedentes del apóstol protestante suizo, y la
seguiremos encontrando en nuestro camino como piedra maligna cuya naturaleza es
hacernos caer a los pies del Sembrador Maligno.
Siguiendo con su evangelio herético el sembrador
suizo de la Cizaña del Odio en cuyas ramas permanecería Europa hasta la Segunda
Guerra Mundial, escribe en su 31 tesis:
31.-La excomunión no puede ser dictada por una sola
persona, sino por la Iglesia, es decir, por la comunión de aquellos con quienes
convive el posible excomulgado juntamente con el que vigila, o sea, el pastor.
El Origen
de la Excomunión reside en el Testamento del Señor a su Esposa, a quien le da
el Poder de “perdonar los Pecados”. Las palabras son: “Lo que ates en la Tierra
será atado en el Cielo, y lo que desates en la Tierra será desatado en el
Cielo”. De donde se ve la Unidad que Dios engendra entre Esposo y Esposa, que
los Apóstoles del Evangelio de los Santos traducirá en la
Unidad entre Cuerpo y Cabeza. Cual Cuerpo y Cabeza son una sola realidad, así
entre el Señor y su Casa.
Este Poder
Supremo le es dado al Jefe de los Pastores de sus Rebaños, San Pedro. No sin
antes Unir a todos sus Hermanos en el Sacerdocio a Él, Cabeza de todos. Y será
por esto que la Excomunión en la Historia es firmada y sellada por el Sucesor
de San Pedro pero en la Unidad con todos sus Hermanos en el
Sacerdocio Pastoral. Y solamente es firmada contra quien haciendo del Poder del
Perdón de los pecados su panacea cae en el delito del templo que Dios destruyó.
A saber, “pago el precio del delito antes de cometerlo y con
el precio compro el perdón”.
La
Hipocresía Maligna en la que se instaló el Templo Antiguo no podía ser más
escandalosa. No sólo delante de Dios, sino también delante de los hombres, como
se ve en el episodio de Antíoco IV Epífanes. Porque
independientemente de la malignidad en la reacción del Seleúcida, la repugnancia que a los pueblos
gentiles le provocó la existencia de un sacerdocio que se proclamaba santo y
único verdadero entre las naciones, y ver que entre esos santos se devoraban
vivos por ser el administrador del tesoro del Templo…
Luego el
Poder de Atar y Desatar, es decir, de la Excomunión, siendo Sentencia que liga
al Cielo con la Tierra, al Señor con el Jefe de sus Pastores, pues es a San
Pedro y a sus Hermanos en la Jefatura del Cuerpo Pastoral a quien se le Lega
este Poder Infinito, de ser puesto en las manos de cada pastor daría como
efecto la desintegración absoluta de ese Cuerpo, pues una vez que cada uno se
sirviera de un Poder que ata a la Eternidad cada cual lo usaría acorde a sus
intereses y nunca a los de Dios, que es la Salvación del Género Hmano.
De otro
lado observamos que al Legarle este Poder a Pedro lo hace el Señor en cuanto
Jefe de sus Pastores, es decir, este Poder de Atar y Desatar, la Excomunión, se
refiere exclusivamente a la Actividad Pastoral, es decir, a la Unidad de la
Doctrina del Evangelio que bajó del Cielo para la Salvación de la Tierra. De
donde se ve que la siguiente tesis no bajó de Jesucristo, quien en ningún caso
fue el “Dios Oculto” de la Reforma. Leamos
32.- Solamente puede ser castigado con la excomunión
quien cause escándalo pública y notoriamente.
El
Despotismo tiránico que reclama para sí el autor de estas tesis no
tiene límites. Pretende hacer del pecado de los hombres causa de Condenación
Eterna. Pide para sí este apóstol de la Cizaña maligna el Poder de condenar a
muerte aquí en la Tierra por pecados que el Sacerdote de Cristo tiene el Poder de absolver, y quiere condenar al
Infierno a quien por pecados de conducta, que no se refieren a la doctrina
pastoral, por la Absolución sacerdotal son perdonados.
Zwinglio
aleja al rebaño de Jesucristo de sus Pastores legítimos y le niega al Hijo de
Dios el Poder de Absolver o Condenar a los hombres en razón de sus pecados
cometidos no contra la Doctrina que vino del Cielo sino contra sus propias
almas.
La
Excomunión se refiere a la Sentencia de Dios contra Satán y sus hermanos en la
rebelión contra el Espíritu de la Doctrina Divina sobre la Igualdad en la
Fraternidad de todos sus hijos. El Perdón de los pecados se refiere a las
ofensas que por nuestra conducta nos causamos un mal contra nosotros mismos. Y
por esto vemos que la Excomunión en la Historia de la Iglesia se produce
siempre en respuesta a las doctrinas teológicas que pretendieron suplantar o
modificar la Doctrina del Cielo. Jamás se firmó contra los pecados a los que
todos estamos sometidos por las circunstancias del mundo. Estos pecados
dependen de la absolución del pastor de casa. La Excomunión sólo puede venir
del Pastor de los pastores en comunión con sus hermanos en la Preservación
Apostólica sempiterna de la Doctrina de Jesucristo. De manera que quien sea
levantado en el Día del Juicio bajo esa Sentencia será sentenciado por ella a
la sentencia contra Satanás.
Innecesario
decir que un Poder tan infinito que implica a la Eternidad no podía ser dejado
en las manos de un Individuo y de aquí que el Señor ligara a San Pedro como
Jefe de sus Hermanos en el Espíritu a la vez que a todos les daba por
Comunicación ese Poder que los une a Jesucristo y hacen de Ellos en ÉL un
Único Ser con Dios.
Para
desgracia de los suizos el Poder Absoluto de un Tirano le fue otorgado a
Zwinglio y Calvino, quienes no dudaron en condenar a muerte a todos los que se
opusieron a su Siembra Maligna, por cuya doctrina anticristiana se merecieron
la Excomunión que el Espíritu Santo lanzó contra los Enemigos de la Doctrina de
Jesucristo
TERCERA PARTE
LA SEGUNDA MUERTE: INFIERNO Y PURGATORIO |